viernes, 14 de enero de 2011

Asquerosos

El otro día viajando en un avión, me tocó al lado una señora que iba con su hijo. Un chaval de unos once años.
Entablamos una conversación. Los tres quiero decir, porque el niño intervenía de vez en cuando. Dejábamos que lo hiciera porque seguramente las dos opinábamos que los jóvenes suelen tener razón, y saben utilizarla mejor, además.
En fin, el caso es que los tres éramos gente expansiva, deshinibida y con ganas de charla.
La conversación fue derivando como suelen derivar las de las mujeres. Es decir, hablar del daño que nos han hecho los hombres. Porque cualquier mujer ha hablado de ese tema a lo largo de su vida en algún momento. Sin duda.
Es más, se puede decir que la mayoría de nosotras hablamos bastante a menudo del asunto.
Pero esto de hablar así, de primeras, de las penas que nos atribulan por culpa de los hombres, hace que se convierta en un tema mucho más liviano, te sientas comprendida y se trivialice la cuestión.
Como tiene que ser, que para eso están las conversaciones con desconocidas, en un avión o en cualquier otro sitio.
Y además es una buena terapia. Es algo así como una puesta en común espontánea pero con una sola mujer, de tú a tú, que si se hace con más, las cosas se complican mucho.
El intercambio de pareceres fue más o menos así:
(La mujar de al lado es la otra, yo la una y el niño es un niño, claro)
La otra- Yo estoy separada
La una- Yo también.
La otra- Ahora tengo un novio que tiene diez años menos que yo.
La una- Y qué tal?
La otra- Bien. Porque mira una cosa, los hombres con los años se vuelven asquerosos.
Yo no sabía qué quería decir exactamente. Aún así la palabra asquerosos me pareció excesiva e inadecuada.
La una- Tú crees?.
La otra- Desde luego.
La una- Y eso?
La otra- Pues no sé. El caso es que es así.
Niño- A mi me gusta más este.
La una- Este padre?
Niño- Sí. Me ha regalado este reloj. Es distinto.
La una- Qué es distinto el reloj o el padre?
Niño- Los dos.
La una- Entonces tu padre también te regaló un reloj que era distinto?
Niño- No, mi padre no me regaló nunca un reloj. Ni nada.
La una- Y eso?.
Niño- No sé, a lo mejor es que no tenía mucho tiempo.
La otra-Ya ves, también se convirtió en un asqueroso. Con la edad, quiero decir. Y el tuyo?
La una- Mi ex?. Pues no sé , pero se puso insoportable y ya no lo aguanté más.
La otra- Claro. De todas maneras les pasa a la mayoría.
La una- El qué?
La otra- Que se vuelven asquerosos. No sé por que, es algo que me da que pensar, pero siempre llego a la misma conclusión.
La una- Puede que a nosotras nos pase lo mismo...
La otra- Yo creo que a mi no me pasa. Y a ti?
La una- A mi tampoco, casi seguro.
La otra-Ya. Seguramente mi novio también se vuelva insoportable con la edad y asqueroso. Pero aún es joven.
La una- Igual tienes suerte y sigue siendo el mismo.
Niño- Mamá yo quiero que sea el mismo, no quiero tener otro padre más.
La otra- Lo intentaré, hijo.
La una- Parecemos unas mujeres desesperadas. O un poco.
La otra- Tú sí. Yo lo fui. Me conformo por ahora.
La una- Entonces, no tengo muchas posibilidades, porque si los hombres de nuestra edad se vuelven unos asquerosos...
La otra. Puedes buscarte uno joven. O arriesgarte con uno maduro.
La una- No me apetecen más riesgos.
La otra- Tú misma.
Niño- A mi me gustan los riesgos, si no, es un rollo. Este es mi primer viaje en avión.
La una- Y que tal? Te parece arriesgado?
Niño- No, no mucho. No se ve nada.
La otra- Es por la niebla. Además las ventanas están rayadas.
Niño- Pues vaya. Ademas, yo creía que la ventanas eran más grandes. No veo el riesgo por ninguna parte.
La una- Aunque volar no parezca muy arriesgado desde dentro, te aseguro que fuera sí lo es.
La otra- Sí, visto desde fuera todo es diferente.
La una- Entonces debo arriesgarme y buscar un hombre para mi?
La otra- Eso será muy arriesgado. Lo sabes. Te lo he dicho.
La una- Porque me puedo enamorar de él?
La otra- No. Porque te puedes hartar de él.
La una- Cuento con eso.
La otra- Con eso nunca se cuenta.
La una- Es verdad. Es difícil todo esto.
Niño- Mi padre va por la tercera novia desde que se separó de mi madre. Para él no es nada difícil.
La otra- Ya ves, lo de siempre. Los hombres nos rompen el corazón.
La una- Y nosotras a ellos también?
La otra- No, nosotras les rompemos la cabeza, pero nada más. Eso no los traumatiza. Siempre acaban encontrando otra que se la vuelva a romper.
La una- Esa teoría resulta bastante especial. Un poco extraña.
La otra-De eso nada. El corazón roto no se cura, pero que te pongan la cabeza como un bombo, sí tiene curación. Por eso se olvidan y vuelven a caer en los brazos de otra mujer. Además, casi siempre, ellos lo que nos ponen en la cabeza unos cuernos preciosos. Sí, eso nos ponen.
La una- Suena poco romántico.
La otra- Pues es así.

El viaje llega a su fin.

La una- Bueno, Bien..., espero que tengas suerte.
La otra- Yo también te deseo suerte. Pero necesitas cambiar de actitud. Deja de pensar que los hombres se convierten en unos asquerosos. Hay algunos que se salvan, aunque escasean.
La una- Vaya!! Qué alivio. Entonces, sigo buscando?
La otra- Con eso te llega, de momento.
La una- Con qué?
La otra- Con buscar.




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