jueves, 13 de enero de 2011

Mi guatemalteca

Mi chica Elisa, (también llamada la guatemalteca porque es de Guatemala!) me contó, el otro día, entre lágrimas, una cosa que no le había contado a nadie hasta ese momento.

Cuando tenía unos siete años, su tío político abusaba de ella. Muchas veces.
Su tía lo sabía, pero nunca hizo ni dijo nada.
Elisa vivía aterrorizada por que temía que su tío apareciera en cualquier momento.
Según dice, desde aquella los hombres le dan asco. No se ha casado y siempre asegura que no valen para nada. No soporta que se le acerquen.
Pero hay más cosas que influyen en esa opinión que tiene sobre los hombres. Su padre enviudó y ella pasó a tener una madrastra como la de Blancanieves, sin que aquel se ocupara nunca más de su hija. Su hermano, por ejemplo, es un borracho que abandonó a su mujer y a sus hijos. Ella le manda a esa cuñada dinero y paquetes para los niños.
En fin, cosillas, nada más.
Pero, hablando de todo un poco, no siempre han sido los hombres los que la han tratado mal. En este país hay mujeres que la han contratado (mejor decir cogido) para trabajar en casa y han abusado de ella, también. Pero el abuso en este caso se trata de las exigencias que Elisa debe soportar. Aparte de pagarle poco, tiene tanto que hacer en tan pocas horas, que ella, para terminar, se queda un poco más. Las señoronas ni lo notan ni les importa, incluso se quejan de que las cosas no quedan como ellas quieren.
Y Digo yo, cada uno hace las cosas como puede y como le salen, y si quieres la perfección y consideras que tú eres quien mejor lo haces, pues eso, hazlo tú y deja que las asistentas hagan el trabajo duro, que ya les llega.

Por otra parte la gente suele olvidar que los inmigrantes son personas y como tales son distintas. Es decir, si se juzga mal su trabajo, unos se rebelan y otros no. Hay otros que se sienten orgullosos de lo que hacen y la pena es que nosotros ni siquiera lo reconocemos. Los hay que son explotados y encima les exigimos que se comporten como mayordomos ingleses. Y a muchos los tienen durante años trabajando como ilegales, sin ocuparse nunca de ayudarles a regularizar sus papeles.

Está claro que somos tan ignorantes como para englobar la palabra inmigrante en un sólo bloque sin identificar. Y resulta que cada uno lleva su cruz como puede, igual que nosotros, pero peor...

Pero bueno,  al fin y al cabo lo mismo piensan los chinos de nosotros, por poner un ejemplo, porque miran a los europeos y ven siempre las mismas caras, como dicen ellos mismos grotescas, y además nos tienen bastante manía. Vamos, que si fuéramos sus inmigrantes, íbamos a estar jodidos. Seguro.

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